Ciclo Charles Gounod

Durante este año hemos trabajado muy duro para, además de llevar a cabo nuestros conciertos habituales, realizar un ciclo de conciertos dedicados al magnífico compositor Charles Gounod.

Como 2022 obtuvo la generosa validación, por parte de su Santidad el Papa, como año Santo, decidimos que nuestro ciclo lo llevaríamos a diferentes lugares por donde pasan caminos a Santiago de Compostela.

El 23 de julio comenzamos nuestra andadura por el Camino Nós, que nos llevó al Templo de la Veracruz, en Carballiño, donde conocimos a su párroco, D. Jorge, y de sus vecinos que nos recibieron con cariño, invitándonos a participar en la próxima Semana Santa.

Allí, en Carballiño, acompañamos la celebración eucarística cómo nunca lo habíamos hecho: detrás del altar. Al terminar la misa, acompañados de un público apasionado, interpretamos, en modo concierto, la Misa Brevis nº7 en Do Mayor de C. Gounod, el Ave María del mismo autor y el Ave María de Vavilov (Caccini).

El 6 de agosto llegamos a Panxón, para recorrer el camino de la Costa, en el Templo Votivo del Mar. En el ayuntamiento vecino de Nigrán pasamos la tarde, descansamos en las terrazas de su puerto y nos refrescamos con la bruma marina.

Espectacular la pasión de los coralistas que allí estuvieron. Espectacular el sentimiento, acompañando la belleza del escenario único. Allí comenzamos a entender que lo que hacíamos se quedaría para siempre en nuestros corazones. Nos emocionamos al finalizar la interpretación de la Misa, también en modo concierto, y lloramos escuchando la preciosa interpretación del Ave María de Gounod en la voz de Livia.


Unas merecidas vacaciones hicieron reposar nuestro entusiasmo. Estábamos cerca de imitar lo que ya habíamos hecho el año pasado en Segovia. Cantaríamos en la catedra, en el coro de la catedra, donde siglos de historia nos contemplaban.

Finalizaba septiembre y estábamos ansiosos por volver a realizar un viaje con nuestros compañeros coralistas. Nuestro destino era Salamanca y, de paso, la vecina Ciudad Rodrigo. Todos los contactos estaban hechos; los cabildos dieron su visto bueno a nuestra visita, dispusieron sus coros, obras de arte donde reposarían nuestras posaderas, incluso el deán de Ciudad Rodrigo nos solicitó la interpretación de Negra Sombra. No podíamos estar más ilusionados.

Llegó la mañana del 1 de octubre y madrugamos para partir temprano hacia Ciudad Rodrigo. La fortificada Ciudad Rodrigo nos recibió engalanada de medieval, sus seminaristas preparados para la celebración del inicio del curso escolar y su catedral preparada para la Misa Brevis nº7 en Do Mayor de Charles Gounod.

La sacristía, nuestro vestuario, el órgano de tubos esperando a nuestra organista, profesora de órgano del Conservatorio Superior de Salamanca. Los batacazos de la sillería fue nuestra inicial banda sonora.
Durante unos minutos era imposible no deleitarnos con lo que nuestra mirada podía alcanzar. Arte e historia se mezclaban en cada rincón que descubríamos.

Catedral de Ciudad Rodrigo

Comenzó la misa y a cantar que es lo que mejor sabemos hacer. Kyrie, Gloria, Sanctus, O Salutaris Hostia, Agnus Dei, Ave Verum Corpus y Ave María, todo de Charles Gounod. Disfrutamos cada acorde del órgano de tubos, nos deleitamos con cada nota del Ave María interpretada por Livia y, al finalizar, formamos para cantar dos obras más: Signore delle cime y la solicitada Negra Sombra. La explosión de júbilo al terminar la versión de Rey Rivero de Negra sombra nos emocionó.







Pero no terminaba nuestra visita. Un paisano, afincado en Ciudad Rodrigo, nos solicitó la interpretación de Lela, canción que no tenemos en el repertorio pero que cantamos con gusto, frente la fachada principal de la catedral, entre el espectacular Pórtico del Perdón y la puerta por donde los franceses entraron en 1808 en Ciudad Rodrigo.

Coral de Teis en Ciudad Rodrigo

La mañana del 2 de octubre amaneció plácida, con un resplandeciente sol que no aventuraban ni los mejores presagios.
Comenzamos la mañana con una visita alrededor de los monumentos más emblemáticos que rodean la catedral de Salamanca. La Clerecía, la casa de las Conchas, la fachada de la Universidad con su rana, la calle Tentenecio, la Cueva de Salamanca, hasta llegar a la fachada que vería nuestra entrada donde descubrimos al astronauta y al dragón comiendo helado.

Coro de la catedral de Salamanca (vista ojo de pez)


Si Ciudad Rodrigo nos sentó en historia, Salamanca nos tenía reservado un coro mayor, con labrados fascinantes en su sillería, un órgano aún más espectacular y una catedral que quita el aliento.
Interpretamos la Misa nº7 de Gounod acompañando la eucaristía, interpretamos el mismo repertorio que en Ciudad Rodrigo, las mismas dos obras al finalizar y el mismo fervor en el público, el mismo cariño y la misma gratitud por nuestra parte.

Livia interpretando el Ave María de C. Gounod

Como el regalo al cantar en tan incomparable lugar no es suficiente regalo, el deán nos gratificó con una visita fuera del alcance de las visitas habituales al lugar: pudimos entrar en la sacristía, ver las reliquias y las obras de arte allí custodiadas.
Para finalizar, visita a la catedral vieja de Salamanca, dando gracias a Dios por lo afortunados que somos de poder cantar en tan hermosos lugares.